Un día que antecedía al
de hoy, en un paraje de los andes una oruga estaba aún costado de la vía en dirección
a la laguna.
Cuando de pronto un
caballo alto y relinchos joven y fuertes que venía rápidamente por el camino,
al pasarle por un lado y mirar a la oruga sin medir la rapidez en que venía
este se frenó violentamente.
El saludo y dijo:
Hola! no había visto a
nadie en horas, vengo viajando desde lejos y hasta ahora no había podido hablar
con nadie. Y comenzó a hablar y hablar hasta que la oruga un poco aturdida.
Le dice riéndose:
Amigo! para para un
momento, que no entiendo todo lo que dices, hablas muy rápido y muchas ideas a
la vez.
El caballo aun emocionado
comenzó nuevamente a hablar y hablar sin parar muy rápidamente, igual que sus
padres los cuales eran margariteños.
La oruga se sonreía una y
otra vez, hasta llegar a carcajearse.
Cuando el caballo la ve riéndose
a carcajadas le provoca risa y este también comienza a reír sin saber por qué
pero era tal el contagio que los dos reían hasta llorar.
Cuando ya no podían mas reír
se vieron a los ojos y comenzaron a calmarse de la risa.
La oruga le dice:
Amigo para dónde vas, porque
venias tan rápido por el camino?
El aun con risa le dice
vengo buscando lo que todos buscamos la felicidad.
Pero ha recorrido y
recorrido y aun no la encuentro, y poco a poco comienza a contarle de todos sus
viajes alrededor de américa buscándola, un viaje más esplendido que otro
conociendo a otros animales buenos con los cuales paso muchas ratos buenos y
agradables.
Como la conversación
estaba muy agradable la oruga le dice que se recostaran a comer un rato para
que le siguiera contando sus historias.
Ya entrada la noche el
caballo y luego de contarle mil historias, la oruga le dice:
!Cómo es posible que
digas que andas en busca de la felicidad si tu vida ha sido una sola felicidad,
has y tienes mil amigos con los cuales el infinito lo has vivido a plenitud en
cada momento, has sido amado y has amado, no puedo entender como dices que
buscas la felicidad.
Y así la oruga le
comienza a contar todo lo que el caballo no entendía, y desde ese día el
caballo descubrió que la vida está hecha de cada minuto, que todos los que
conocemos nos ayudan a crecer y descubrir que la vida es un rompecabezas que
debemos armar mientras vivimos.
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